Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Habíamos quedado con Saioa a las 21h. 40m. en la estación de autobuses de Huesca para partir a Osan. Después de cenar un poquillo vamos con Teresa a tomar un café tranquilamente y a esperar. Los primeros comentarios son que los “hombres del tiempo” han dicho que haría buena noche. Despedida, y comenzamos a trotar por las calles de Huesca camino de Osan.
Tomamos la pista, un cartel envía por la calzada Romana, nosotros cogemos la que sale en subida hacía el oeste, sin cartel, y que nos llevará hasta la cuesta, llamada por los que la conocemos de ir en BTT, la revientachulos. La pista está bastante bien, algún pequeño tramo labrado por los tractores, nos salimos a los campos, y sin problemas. Vamos corriendo todo, pero en la revientachulos comenzamos a andar, tiene unos fuertes desniveles, y esta con mucha gravilla.
La mirada hacía atrás es preciosa, se ven las luces de Huesca, y pueblos de alrededor, hemos ganado algo de altura, pues la pista va subiendo poco a poco ya desde Huesca. Tenemos una buena noche, pero sin luna. La luna esta creciendo, solamente esta a un 7% (Tras la luna nueva, la parte iluminada va creciendo a lo largo de otros 14 días, hasta que se alcanza de nuevo la luna llena.
El cielo está completamente estrellado, nos encanta mirarlo de vez en cuando. Lejos de las luces de la ciudad, el cielo estrellado es un bello espectáculo. Las noches despejadas de luna nueva son las mejores para observar el cielo estrellado.
Tras finalizar la subida, llegamos a una carretera ancha y buena, pero sin circulación. Es la que lleva al nuevo pantano de Montearagón. La seguimos quinientos metros hacia el norte, para cruzarnos con la que lleva de Huesca a la localidad de Fornillos. La cruzamos y cogemos la pista que por el “saso” nos llevará ya completamente por llano hasta la carretera de Huesca a Apies. En este saso la vegetación arbórea es de pino de repoblación y carrascas.
Ya en bajada, se llega a la localidad de Apies (situado sobre una colina, a 640 metros de altura, con una cruz de término del s. XVIII al inicio de la bajada al pueblo).
Apies tiene unos 80 habitantes censados. Pero esta noche no vemos a ninguno, son alrededor de la doce, y la gente debe de estar encerrada en sus casas. Tampoco vemos ningún perro. Soledad absoluta, en el único pueblo habitado de los que vamos a pasar. Por lo menos tiene luces. De aquí en adelante y hasta la zona de la Guarguera, la luz artificial la pondremos nosotros, la natural, las estrellas.
Ya ha pasado la medianoche
y no hay lobos por el horizonte
solamente la oscuridad
rota por el cielo estrellado
y la luz artificial de nuestros frontales
El barranco que cruza lleva bastante agua, normalmente son barrancos secos, pero este año ha llovido y nevado mucho por lo que baja mucha agua. A lo largo de toda la noche nos irán acompañando los sonidos del agua de los barrancos y de los ríos. Al finalizar la pista se llega a unos campos de cultivos con una mansión tipo “Dallas”, vallada. Seguimos bordeando hacia el norte los campos de cultivo, unos son de trigo y otros de soja y así llegamos a una caseta de campo en ruinas. Desde aquí van a comenzar las dificultades, pues vamos a tener que salirnos un rato de los campos por una senda algo vestida, en otro tiempo fue senda, en la actualidad “no”. Me he puesto el frontal de Chus, sus 800 lúmenes nos permitirán ver mas distancia.
Hay dos opciones, la larga es bordearlo hasta coger la senda al Salto de Roldan, la otra opción es ir por medio de los campos. Como la hice hace dos días, tomamos la segunda opción. Error. Seguimos una rodada, y al poco tiempo estamos en medio de una campo, la nada. Si seguimos iremos directamente al río Flumen, por lo que cambiamos de dirección hacia el norte. Tenemos suerte, enseguida llegamos al borde del campo, y ya me acuerdo que pasé por aquí. Al fondo sale el camino. ¡Salvados! La verdad que meterte en medio de un campo inmenso de noche, sin brújula, y sin referencias es difícil orientarse. Esta ha sido la segunda vez que tenemos nuestras dudas pero que las hemos solventado en un momento. Una vez en la senda, que sube al Salto Roldan, lo próximo es no salirse de la senda por muy vestida que esté.
Y es lo que hacemos. Senda muy vestida, que por el día tiene unas vistas impresionantes de la cara Sur del Salto de Roldán y del río Flumen, con su cañón de las Palomeras, y sus meandros inmensos. Cruza un barranco ya con fuertes cortados y mucho agua, las cascadas se oyen rugir. Y tras el viene la cresta que va entre este barranco y el de las Palomeras del Flumen hasta llegar a la base de la Peña San Miguel.
Seguimos la pista hacia el norte, pronto llegamos al mirador del Salto Roldán, lo dejamos a la derecha, y seguimos la pista pegada al mismo, hay otra pista a la izquierda de ésta que te lleva hasta el Refugio de Belsue, de Peña Guara y al embalse de Belsue.
Llegamos primero al Embalse de Cienfuens, a la izquierda los acantilados del mismo nombre. Porque lo dicen los mapas, pues no los vemos. Y hablando de mapas, se nos ha quedado en casa. Mejor, así no se estropearán. Enseguida llegamos al embalse de Belsue, cruzamos por su presa, y seguimos la senda sale hacía el norte, y sin pérdida nos lleva hasta el pueblo de Luxera.
Tomamos una barrita. Y ya por senda que sale al norte, encaminamos nuestros pasos hasta Ibirque. Tanto Luxera como Ibirque llevan abandonados desde los años 60. Luxera todavía tiene alguna casa en pie, pero Ibirque está totalmente derruido.
Con marcas de la GR 16, que se supone que es la que no debemos perder, pues nos llevaría a Biescas. Notamos que hace frío, de repente vemos que cae una fuerte rosada, por lo que nos ponemos el chubasquero. Cruzamos una pista y subimos durante 10 minutos. Aquí comienza la bajada a la Guarguera.
Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
Comenzamos la bajada hasta Gesera, en plena Guarguera (valle del cruzado por el río Guarga, y zona prácticamente despoblada, solamente queda algún lugareño que se resiste al abandono, con la excepción de los pueblos rehabilitados de Aineto y otro cuyo nombre de momento no me acuerdo). Este descenso es una trialera clásica de BTT. Sin mas contratiempos y tras coger agua de nuevo en un barranco llegamos a Gesera.
Pueblo en plena Guarguera, deshabitado, pero no abandonado. Sus casas están en pie. Hay un coche. Luego hay gente durmiendo, que por supuesto no aparece. Tomamos una barrita, y a correr tocan. Salimos del pueblo por la carretera, que a su vez es GR16, son un par de kilómetros que se hacen pesados. Cruzamos el puente sobre el Guarga, y al otro lado sale una desdibujada senda marcada con algún mojón y marcas de GR, nos perdemos una vez, pero sin querer volvemos a la senda.
Asi llegamos a Castillo de Guarga, solamente están en pie las dos casas al oeste donde viven y una nave para los tractores y la maquinaria agrícola, el resto está en ruina. Su iglesia también. Hay que cruzar por un campo de la parte baja del pueblo al norte, hasta que se llega a una buena pista. Esta pista para camiones, era y es la GR, aunque ahora sin apenas marcas y sin sendo, solo pista. Que es ancha, con buen firme, por lo que se puede correr bastante. A partir de aquí ya no tendremos ningún problema de orientación, es zona bien marcada y conocida de hace pocos días.
Tras otro tramo de pista bastante largo, y en el que en las subidas fuertes andamos llegamos al cartel indicador de recorridos (Abenilla, Castiello de Guarga, Sandias y Ceresola, Yebra de Basa), bastantes flechas en diferentes direcciones. Aquí paramos a tomar el último tentempié completo (bocadillo y gel, plátano ya no nos queda) antes de llegar a Osan. Ya prácticamente es todo bajada hasta el puente del río Basa tras pasar Allue.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
La senda a Osan cruza por un túnel, debajo de la carretera de Sabiñánigo a Yebra de Basa, y va por la izquierda de una Nave, subiendo por un barranquillo seco. Siguiendo los mojones llegamos a la carretera de Osan. Enseguida cruzamos el puente, subimos por una senda vertical a coger una pista, y llegamos a la carpa tras haber recorrido 67km. y 2.100 metros de desnivel acumulados positivos, en 10h. 50m. Saludamos a los conocidos y vamos a coger el dorsal y cambiarnos de camiseta para iniciar la salida de la carrera “Osan Cross Mountain”, 17km. y 1.000m. positivos. Pero esto ya es otra historia.
Estamos contentos de haber finalizado bien esta pequeña aventura. Cansados pero hemos llevado un buen ritmo que nos permite hacer la carrera. Nos la vamos a tomar de relax, saliendo a la cola del pelotón. Para finalizar Samuel nos entregó un detalle sorpresa de “Finisher”. Made in Teresa.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.
Por Javier Sanagustin.