Las carreras por montaña ya empiezan a tener algunos años aquí en España. También en estos años hemos aprendido a correr, a subir, a bajar y a entender el comportamiento tanto del cuerpo como de nuestro organismo en este deporte que a muchos les parece tan duro. La verdad es que los años pasan y por nuestras piernas hay cientos de kilómetros de galopadas.
Estoy escribiendo estas líneas a nivel particular, por lo que a lo mejor no tiene nada que ver con el comportamiento orgánico de otros corredores. Diré que llevo más de 35 años corriendo por las montañas y sigo con la misma afición que el primer día. Sera porque nunca he forzado al cuerpo más de lo que mis piernas me han permitido, o será porque en mi cabeza siempre he planificado mis entrenamientos y he pensado más en divertirme que en sufrir con esos super esfuerzos. Alguna vez cuando fuerzas más de lo normal y vas a tope, parece que hechas fuego por la boca, también esas series tan duras y repetitivas que le pedimos al cuerpo para ser más rápido, aunque muchos corredores disfrutan con ello y es lo que buscan. Yo lo tuve claro desde el primer año, siempre he querido disfrutar de la montaña, de ese trote suave, donde las horas pasan sin darte cuenta al igual que los kilómetros y tus piernas siguen tan enteras como al principio, dependiendo a lo que estén acostumbradas.
La verdad es que tener estas sensaciones está fuera de la comprensión de una persona que nunca ha corrido o ha hecho deporte, es un privilegio, pero vuelvo a repetir que todo se debe a la regularidad en la que en todos estos años nos hemos dedicado a subir montañas y al ejercicio combinado que voy alternando como es el ciclismo, natación, escalada, etc… También gracias a esta continuidad las lesiones siempre me han respetado a no ser por alguna sobrecarga muscular , algún accidente o alguna torcida de tobillo.
Recuerdo al principio lo mucho que me costaba subir, parecía algo imposible, no conocía a nadie que practicara esta afición para que me aconsejara. En aquellos años decías que habías subido a Oturia corriendo. Montaña al lado de Sabiñánigo. Lo decías y te trataban de loco. Pero las cosas han cambiado, ahora mucha gente corre, y además corre mucho. Empiezan a correr este tipo de carreras mucho más jóvenes y por lo tanto despuntas antes. Además hay ya muchas cosas escritas sobre el correr por la montaña y no tienes que probar nada nuevo ni raro que no hayas oído antes. A lo mejor si en aquellos años hubiera habido carreras, ahora pensaría de otra manera.
Tengo 52 años y no voy a probar nada nuevo, este plan lo soporto bien, donde mi lema es: “Compito para entrenar y entreno para disfrutar”. Está claro que en la carrera vas a dar o ajustar tus posibilidades al máximo, siempre sin pasarte, pues está claro que nuestras cabezas tienen claro que tenemos que llegar, aunque luego no lleguemos por algún motivo. Además es curioso, la gran mayoría de los corredores a excepción de la elite, tenemos fijado nuestro puesto dentro de la carrera, pues salimos con mucha fuerza aguantando el ritmo de los demás, hasta que vamos perdiendo esa fuerza que no nos permite seguir al corredor de delante, de esa forma aceptamos esa posición que no recuperamos a no ser que nuestro contrincante desfallezca. Gracias a todas esas carreras en las que has dado todo lo que podías dar, nos mantenemos en una forma idónea para afrontar el entrenamiento o las salidas que realizamos a nuestra bola o con algún compañero. En estas salidas te da tiempo a hablar, a pensar, a disfrutar de la naturaleza o de las montañas que nos rodean, a experimentar cosa nuevas, a despejarnos y a quitarnos ese mono que los corredores tenemos cuando llevamos dos días sin salir al monte.
Con estas líneas no quiero decir nada, solo es una visión personal de lo que he aprendido en todos estos años, donde también he conseguido estar bien conmigo mismo, al igual que he conocido a mucha gente y encontrado a muchos amigos por toda España.
Samuel
1 comentario:
Comparto al cien por cien tus motivos. Enhorabuena por tu blog, me encanta leerlo.
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