LA MONTAÑA DEL TRUENO
Localmente conocido como Monte Fako o Mongo-ma-Lobo (montaña del Trueno), el Monte Camerún es un volcán que sigue activo, como demostró en la última erupción del año 2000.
Por eso, el día previo a la carrera se lleva a cabo un ritual animista en el estadio de Buea donde se pide a los dioses protección para los valientes deportistas que ascenderán el volcán. Las invocaciones debieron hacer su efecto porque el día del maratón amaneció despejado, favoreciendo impresionantes vistas del océano y la isla de Bioko (Guinea Ecuatorial) a lo largo de la subida.
La salida se dará en el campo deportivo de Buea (635 metros), y el punto de retorno en la misma cumbre del Monte Camerún (4.095 metros), totalizando, por tanto, un desnivel acumulado de 6.920 metros. Los primeros siete kilómetros discurrirren por la avenida principal de Buea hasta alcanzar ‘Upper Farm’ (1.100 metros), desde donde arranca el clásico sendero ‘Guinness Trail’, por el que se progresa primero a través de un bosque tropical y luego sobre lava volcánica hasta alcanzar la cima. A lo largo del pendiente camino el desnivel se incrementa de tal manera que obliga a avanzar en algunos tramos a “cuatro patas”. Para hacernos una idea, hay que ascender tres kilómetros verticales en unos diez kilómetros. Cientos de corredores avanzando casi a gatas por las coladas de lava que escurren del paredón volcánico es una imagen definitiva.
En un país donde las grandes marcas deportivas no hacen negocio por la precaria situación económica de los atletas y de la sociedad en general, los corredores se equipan con lo mínimo imprescindible para practicar su deporte preferido.
En ocasiones con corrientes ‘bambas’ o albarcas de plástico, dando toda una lección de austeridad frente al trail-running “ortopédico” y de moda que vivimos en las sociedades de consumo. Así lo han demostrado en el maratón de montaña más duro de África.
En su quinceava edición el Mount Cameroon Marathon-Race of Hope ha sido todo un éxito deportivo y social en un escenario natural tan radical como emocionante. Y es que en pocas carreras del mundo se encuentra un público tan entregado como en las calles de Buea y un paredón tan vertical como el de este africano volcán costero.
Una carrera sin duda fuera de lugar, con un ambiente nuevo, experiencia única en la que no podía desaprovechar esta buena ocasión que me ha brindado mi amigo Nico Darmaillacq con el que compartiré este viaje.
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